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19 ene 2022
Un documento de opinión de la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Bizkaia
Desde la irrupción de ómicron, variante del coronavirus SARS-CoV-2, la tensión en el sistema sanitario de nuestro país está alcanzando cotas nunca antes imaginadas ni sufridas. La pandemia ha puesto en jaque a todas las trabajadoras y trabajadores de la sanidad en distintos momentos en estos dos años. Pero si algo ha caracterizado el momento de ómicron es que esa tensión que hasta ahora tenía como destinatarios los hospitales ha ido virando hasta alcanzar de lleno a la ya anteriormente congestionada y exprimida Atención Primaria, que en estos momentos está al borde del colapso y que necesita urgentemente una estrategia que la salve a toda costa de lo que parece una muerte anunciada.
Nos preocupa la saturación y el riesgo que corren nuestras compañeras y compañeros del ámbito hospitalario como también nos preocupa la gravedad de las y los pacientes que necesitan de sus atenciones. Ahora bien, sin perder esta realidad de vista, en este momento debemos ampliar nuestro campo visual y dirigir nuestra mirada a la Atención Primaria (AP) para empezar a aplicar medidas urgentes, muchas más de las que se comienzan a diseñar, si no queremos ser testigos de cómo la base del sistema sanitario de nuestro país alcanza una situación de no retorno. Porque, en este momento, corremos el riesgo de que la Atención Primaria se hunda y, si eso ocurre, el sistema completo se derrumbará y habremos perdido como sociedad una de nuestras garantías fundamentales: la de la protección de la salud.
Tradicionalmente, las médicas y los médicos de Familia, y el resto del personal médico y sanitario de los centros de salud, se han ocupado de atender el día a día de sus pacientes, lo que genera un gran número de actuaciones que ya de por sí, y debido a la nunca resuelta precariedad laboral de la AP, son difíciles de gestionar. Pero con la irrupción de la 6ª ola de contagios por SARS-CoV-2, todas y todos los trabajadores de la Atención Primaria han añadido a una carga de trabajo ya excesiva y agotadora, otra de igual envergadura: la atención a la inmensa mayoría de las y los pacientes de COVID-19.
Porque estas personas, que no precisan atención hospitalaria, sí necesitan en muchos casos atención médica y lo que de esa atención se deriva: consultas, seguimientos, tratamientos y gestiones administrativas que se suman a las del día a día habitual y que también son asumidas por el personal de los centros de salud. Ese mismo personal que ya estaba al límite y que, cada vez más, se ve obligado a aumentar su tiempo de dedicación, ese personal que no tiene sustitución cuando se ausenta y que debe asumir una todavía mayor carga de trabajo cuando sus colegas enferman, disfrutan de un permiso o de su merecidísimo y necesario tiempo de vacaciones.
Llamadas telefónicas en un número tan elevado que no hay tiempo de responder a todas; solicitudes web de atención médica imposibles de atender en un tiempo razonable porque no quedan huecos disponibles; personas que acuden implorantes a los mostradores de los centros de salud en busca de una cita médica imposible de lograr de otro modo; personal administrativo que lleva a cabo labores de triaje que no son de su competencia y que generan desconfianza y rechazo en las y los pacientes… este es el día a día de las trabajadoras y los trabajadores de los centros de salud, profesionales que sienten que quienes tienen la obligación legal de organizar y tutelar la salud pública a través de las prestaciones y servicios necesarios les desatienden y les exprimen.
En 2019, la manifestación celebrada en Bilbao en defensa de la Atención Primaria contó con la presencia de representantes del Colegio de Médicos de Bizkaia, que se unieron a sus compañeras y compañeros para reclamar un mayor compromiso de las instituciones vascas que permitiera la ampliación y la mejora de la gestión de los recursos humanos y materiales. El día 23 de enero se celebrará otra, en la que el Colegio de Médicos de Bizkaia volverá a participar para insistir en la petición entonces formulada. El tiempo se agota, el compromiso institucional debe materializarse en soluciones palpables o no será la pandemia la que termine con nuestro sistema sanitario, sino la inacción de quienes lo gestionan.
La Junta Directiva del Colegio de Médicos de Bizkaia
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